Los gritos me carcomen el alma, perturban mi cabeza y parece que el alma se traga todo para no dejarlo salir.
Siento como poco a poco las palabras van cayendo, una a una en el hueco;
se cuelgan de mi garganta pero por un azar que no logro describir, todas resbalan al instante hacia el vacío.
Mi cuerpo es un cementerio de letras asesinadas, abandonadas y sin luz.
Las ansias se apagaron poco a poco... pero después de varios días, resusitaron haciendo de esta agonía un
martirio corto pero desgastante.
Estoy harta de tener temporadas de glaciación, de fatalismo.
Todo cambia pero sigo siendo la misma y aún no logro controlar las transformaciones que se presentan.
Quisiera explotar y si lo hago, no se cuantos libros se escribirían con las palabras que explotan de mi interior.
Ya he perdido la cuenta de los abecedarios, creo que tengo toda una biblioteca y más! ahí adentro.
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