Thursday, July 28, 2005

Te guardé en pequeñas cápsulas para automedicarme cada vez que me hicieras falta, te convertiste en mi adicción y después opté por inyectarme cada seis horas, dos onzas de tu aliento para neutralizar el ácido de mi sangre.
Te bebía también en agua caliente con zumo de limón, un poco de marihuana y dos gotas de cicuta porque veneno con veneno no hace daño. Me recetaron también un poco de belladona licuada con romero pero nada fue mejor que la mezcla de tres besos, un desprecio, tus dos pulgares y la indispensable manzanilla.
Enviciada hasta morir, pensé que sería mejor abrirme de tajo las entrañas, meterte entero, cerrarme la herida y remojarme a fuego lento en baño maria.
Tal vez así no vuelvas a faltar, tal vez así mi necesidad de ti tarde un poco más en aparecer.



Como botiquin :
hoja santa
valeriana
sábila
tronadora
peyote
salvia
un cuchillo

1 comment:

carlosasecas said...

Yo le voy a "anti-recomendar" que no se tome ni se unte ni se fume nada; simplemente deje a los recuerdos hacer lo suyo, que se regodeen todo lo que gusten, y ya luego, cansados y serios, fatigados como niños traviesos después de un día de emociones fuertes, los dejé dormir para siempre y los pueda contemplar (cada que tenga ganas de revisitarlos de nuevo) con esa instantánea perpetuidad (siempre cambiante) que le da el tiempo a las cosas fugitivas.

Un abrazo, y gracias opr su visita.

Relleno "incidental": por cierto: la hora en qué "postéo" (curioso adjetivo neologista utilizado como verbo que no tarda en agregarse a la serie infinita de vocablos novedosos) su comentario, es un número recurrente que siempre me he encontrado en circunstancias especiales. Nada más como simple comentario. Suerte.