Tuesday, January 18, 2005

Indagas mi recuerdo

Tengo que creer en el aroma que viene de tus poros, en tu saliba entremezclada en algodón, en sueños de arcoiris y días sin oscuridad.
Tengo que creer en una historia sin final, para dejar de pensar en la teoría de Pangea, esa que dice que tu y yo estuvimos juntos, esa que cuenta que nos separamos.
Debo profesar la religión más adecuada a mi locura, esa en la que adoro a los muñecos que te construí, esa en la que comulgo de mi cuerpo arrancandote de a trozos.
Tengo que creer por mil años que las profecías son nuestras memorias, y que a diferencia de tu alma, la mía sigue de viaje por el infinito, que a diferencia de la tuya, la mía jamás regreso a donde paro mis dolores y mitigo mis alegrías.
Tengo que aprender a ver el mundo en el fondo de mi oido, a cerrar la puerta de un golpe y llevarte bajo el brazo, para que aprendas lo que es caminar, vivir con llagas.
Debo de una vez por todas dejar de frotarme la frente y de poner un ultimatum a mi cuero cabelludo. De sentensiarlo y el día del juicio hacerlo declarar. Decir que ha sido testigo de mis constantes ataques de euforia, ataques de suplicio en el que se desgasta mi cacumen, en los que fluyes densamente para deslizarte por las esponjosas celdas de mi corazón.
No se que debo de aprender, ni olvidar, ni hacer, sólo se que debo cerrar los dedos impedir que hablen más, tal vez así no te escapas nunca y te libero poco a poco en cada respirar.

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