Acostarse sin acostarse

Así estuvo ella hace una noche.

Inmóvil, en su lugar, a su lado.

Deseando y tocando con la mirada ese cuerpo que yacía a su lado; sumido en el más placentero de los sueños.

Lo tenía tan cerca y a la vez tan lejos.

El único contacto que logro, fue el de sus temblorosos dedos contra el moreno y ancho brazo que el mantenía firme en esa cama reducida y fría. Ahí estaba ella con sus negros rizos despeinados, con el olor penetrante de ese hombre tan suyo, tan extraño y tan ajeno a la vez. Ahí se mantenía ella conteniendo su respiración para escuchar el cálido aliento que salía por la boca de él, con miedo a tocarlo, con miedo a no volver a estar a tan pocos centímetros y compartir la misma cama con él nunca más, con miedo a que amaneciera y él se fuera lejos de ella, de ella a la que nunca le ha pertenecido y no le pertenecerá jamás.

Esa noche fue larga, fue eterna, fue inolvidable.

Morfeo unió en el más bello sueño a esas dos almas.

Acostarse sin acostarse.

Sin sexo, sin tacto, sin palabras, sin miradas, sin sentidos, sin sentimientos mutuos, sin presencia más que la del amor mismo haciendo juego con las sábanas.

...Una vez más, no sabe si reir o llorar...

Todo fue la madrugada del 10 de abril del 2007 noche mágica por ti, por mí