La oscuridad me cobija,
las sombras se escurren entre mi sudado pecho
y dos gotas de sangre llegan a lo más profundo de mi intimidad.
Mis garras en tu carne son suaves caricias para tus ganas animales de sentirte pleno.
La noche nos disfraza de criaturas inmortales que danzan sin parar en llamas de pasión carnal.
Lo innombrable se vuelve poesía en nuestros labios;
y el deseo es partícipe de nuestro encuentro,
formando con nosotros un trío inseparable de satisfacción.
Finaliza el acto y despierto empapada en sudoraciones,
descubriendo que tu cuerpo inerte junto al mío fue solo un sueño.

Pero aún así, tan real.

Para tí: mordiditas cálidas de mi goloso corazón