Monday, April 10, 2006

Tú sabías a canela y yo a alcohol y aún asi nuestras lenguas seguían sus caminos, recorriendo kilómetros de inagotables sensaciones.
Eran tus ojos y tus manos, tu mentón y la perfección de tus maxilares, los que encendían poco a poco la llama del deseo.
Aún recuerdo tu sabor.
Tú tirado a orillas de la nada y yo tendida en la descomunal cama que me abrian tus caricias, siempre tan mías, tan nuestras.
Fueron dos horas y veinti tres minutos lo que bastó para corroborar nuestra exclusividad,
para gritarle al mundo que no existe otra como yo y que no hay otro como tú;
para enterarlos de que nuestro amor perdurará hasta el último momento de la eternidad.


1 comment:

Akasha Déclenché! said...

Hummm, los sabores etílicos de la pasión... sí, los conozco y no me resisto a volver a perderme en el aliento a tequila, ron o cerveza.