Y tu pensando en ella, mientras los dos rozamos con las bocas la línea prohibida del pudor; sintiéndonos culpables de pecar en las insípidas tentaciones del deseo.
Y yo, gozando de lo excitante que es saberte extraño y tenerte en mi cama.
Tú, creyendote un Don Juan
Ella pobre estúpida que te amó
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